Desde la voz que me ha nacido
para serte,
soy vivamente cierta.
Soy la razón que asiste al tacto
para convertirme en la piel
que envuelve
lo que piensas.
El deseo:
cuando imaginamos que lo imposible
lleva nuestras venas;
entonces ponemos dos dedos
en la yugular de los sueños
y le encontramos pulso.
O cuando la poesía
vuelca su realidad
y la muta en existencia,
la piel grita desde su nervadura
de lenguaje incoercible:
osmótica savia para la luz.
Y la luz se rehizo.