I
Hay un tesón de fuego lento
en lo vivido
por marcarme su palabra,
por ahondarse -verso a verso-
en quemadura,
por cincelar mi alma
a relieve hundido.
II
Quise acallar aún más
a mis silencios clandestinos
con esa muda oscuridad
tan predecible.
He podido ver en ese oscuro
que los versos
faltos de luz
son a mí
a quien niegan.
Vuelvo a mi palabra
porque en la espalda
me asoman los gritos
como una joroba.
Y yo no puedo cargar sola.
III
Aún en la madera muerta
de los días
surcan cavernas
vívidos versos saproxílicos.
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