Estas paredes han olvidado
ser casa.
Son muros que el miedo
eleva alrededor del abandono.
Sus pasillos huelen
a lentitud a oscuras
de una huída imposible.
Las palabras, amnésicas,
se han transformado
en chirrido de bisagras.
En la cocina hierve
-sin descanso-,
la dureza ósea del silencio.
Desde el grifo cae
el ruido de la soledad
cuando se traga todo lo que se va.
En la dureza ósea el silencio,
ResponderEliminaren los muros que se olvidaron de ser casa,
en todos los desagües,
-en todos ellos-
puede anidar la araña negra de la esperanza.
Y el descubrimiento.
Ahí teje incombustible,sí...tengo una esperanza de la que no escarmiento.
ResponderEliminarDescubrirte ha hecho su telaraña visible.