sábado, septiembre 08, 2007

Reanimación

Fue un silencio súbito.
Todo murió carcomido por la quietud.
Nada ácida dispersándose.

Es entonces cuando
en las oquedades del alma
sólo se incuba tiempo.

Pero la palabra sigue
(como una rémora a lomos
de la memoria),
recosiendo heridas
con puntadas de inocencia.

El músculo de la incertidumbre
se contrae:
por fin un latido,
un sistólico verso
quebrando
la muerte plana del corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario