domingo, diciembre 28, 2025

Crimen y castigo




Yo puse el amor,
lo puse en carne viva,
expuesto al sueño y al abismo,
a la intemperie voraz de la ausencia.

Ahora me duelo al ver el rastro de nada
que han ido dejando mis manos.

Exhausta de soledad,
el fracaso exhala un aliento entrecortado,
como un expirar a duras penas,
con un suspiro erosionado.

Es mi pecado:
no tengo a donde ir,
sólo tengo algunas ciudades donde me dejé olvidada.
Así está mi vida:
haciendo tiempo sin mí.

Ni tan siquiera sé morir de veras,
o no lo suficiente,
para que al menos extrañen
mis pasos sus adoquines.

Sin lágrimas posibles,
sólo puedo desenvainar mi dolor
y herirme de muerte en mis poemas. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario