Es más que temblor.
Tu palabra incide
sobre el pedernal de la ausencia
y prende la hierba seca
de los días.
Más que resurrección,
es presente recién nacido.
Es como sol y aire que,
aun sin poder mezclarse,
incendian la transparencia.
Es mi yo de barro puro
esperando tu mano,
su hendidura sin fin,
la impronta de tu deseo
y de tu forma.
Después la inmensidad,
el silencio arrasador del temblor a solas.
No importa,
la vida sabe muy bien
cómo esperarte en ese abismo.
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