Imán fue la palabra
y atrajo al verbo necesitado
de voz que lo cumpliera.
Tradujo mis caminos
y me fui comprendiendo
por sus pasos.
E hice de mí el momento exacto
en que la plenitud
se detiene a acariciarse.
Orbito ese instante
mientras voy pasando
por todas las estaciones del
no.
Me voy a donde pueda extender
mi sonrisa deshabitada:
abandono la periferia.
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