He deshecho las trenzas
que atan el viento
de mi pelo:
espalda abajo se abisma
y se involucra en ti.
He desclavado lentamente
el disfraz que soporta mi cruz:
tu vida asciende a un ahora
en donde mi desnudez te asume.
Mi palabra de piel amarga
que huelo a jazz.
Y aunque, como sabes,
coqueteo con la muerte,
hasta me he puesto para ti
un rubor de inmortalidad
en las mejillas.
Pero no, no vas a venir.
Estoy,
como siempre,
soñando con los versos abiertos.
(Dvorak, En clave de jazz)
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