Estoy herida de lunes
y de insomnio.
Y de ti.
Hay horas que niegan,
que dan portazos en la noche
pero que jamás cierran una puerta.
Insistentemente,
el día se regodea en su propia
oquedad.
Ahora crepita en los tejados
la melancolía del agua.
No te puedo contener
si no puedo sentirte
mientras el alma se llena de aguacero.
Vengo al papel
a inundarte de mí.
Esta es mi voz de quererte.
La que pronuncia tu nombre
para averiguar dónde esconderte cuando llueve.
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