A Antonio José, con la gratitud
que no sé decir
A veces
te contemplo,
donde sé que no duermes,
lanzándome un hilo azul de vida desde tus ojos.
Yo dejo que caiga
en los umbrales de mis pasos,
a ver si un día de estos,
en el quicio de las noches,
puedo caminarte mejor.
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