viernes, octubre 20, 2006

Esta es la carta
número tres mil
que no te envío.

Desde que no sé
cuándo dejaste de desgastarme
en tu recuerdo,
tengo tantas sobras de mí
que voy a utilizarlas todas
para envolver mi propio desperdicio.

5 comentarios:

  1. yo en lo personal las quemo...

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  2. ¿Qué puede sobrar? No hay desperdicio posible, ni aún queriéndolo.
    ¡Recicla! Y besos

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  3. Abrazo, Just. Gracias por seguir. Y muchos besos.

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  4. Así estoy, Pilar, intentando reciclar hasta los harapos. Tal vez pueda recoser, aunque sea con hilo viejo.

    Más besos

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  5. Qué bonita expresión la de recoser un hilo viejo. Un hilo se hace viejo con el uso, no con el tiempo, y esa vejez embellece, por eso es delicioso recoserlo. De la otra, de la del tiempo, se puede hablar tabién en términos de belleza, pero lo dejamos para otra ocasión.
    Besos rezurcidos jj.

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