lunes, enero 29, 2007

Teleología

Saben las rocas,
inmóviles entre los dientes de los siglos,
que les late el estallido de la luz
que moverá todas las montañas.

El otoño,
caduco entre la hojarasca,
se abandona desnudo al abrazo del hielo
para ser el vestido fresco de los árboles.

El aliento,
resbalando moribundo en los cristales,
volverá a ser húmedamente versátil.

Hasta el tiempo gastado
sabe que acrecentará el espacio,
disminuyéndome.

Y yo he vuelto para ser.
Aunque nunca sepa nada
ni imagine con qué roce tangencial
me acercaré a la vida.

2 comentarios:

  1. volver a ser, vale mas que "dejar de ser"

    besios

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  2. Ser siempre, hacia adelante, sin revisión, sin darnos cuenta resplandece, esa es la esencia o el engaño necesario. ¿Engaño de quién? Toma el mío

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