domingo, noviembre 06, 2016

Un(i)verso para lela



Esta espiral cavernaria de mi corazón 
(como el esqueleto del nautilus,
armazón que un día albergó palabras
que las manos dibujaban cada noche
como quien crea galaxias 
desde el dolor urgente de estrellar el alma,
de alumbrar belleza en el vasto silencio de su nada),
a veces sueña que vuelve a latir con afán de púlsar ,
en la densa pequeñez de algún poema.

Ahí estalla el amor en su magnético campo de batalla:
como una hidra luchando
en un agujero negro,
creciéndole dos versos
por cada uno que el vacío amputa.

En este universo paralelo,
esta espiral cavernaria de mi corazón
no debería soñar sin consultarme:
aún el vértigo de mis manos
no sabe estar a esa altura.

5 comentarios:

  1. No creo que confundas lo alto con las manos.
    Ni siquiera en el verso devorado por la cabeza amputada de la hidra.

    Firme tu pulso cuando escribes.

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    1. Debo confundirlo porque es realmente vértigo lo que siento ante la hoja en blanco que todo me interpela y a lo que, casi nunca, logro dar respuesta.

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  2. Pasa a veces. Es un impulso irresistible de alzar dos versos por si uno no emerge. Los tuyos son firmes como todos los que brotan del más hondo de los sueños.
    Lo que aquí cuenta es la constancia.
    Sigue.

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    1. Y pasa muchas veces que no emerge nada de nada. A veces todo es vacío.
      Apenas la constancia, sí, la de los sueños empecinados en serlo.

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  3. Tus manos te piden que dejes a tu pulso seguir su dictado. Que esa otra que dirige desde la exigencia no la detenga. Escribir, escribir, escribir. No hay remedio, querida mía. No puedes ahogar tus dones.

    Te abrazo fuerte.

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