¿Ves?,
yo sí excavo sin piedad
el filón de lodo que me habita.
He aquí el barro (¿recuerdas?),
feo y viscoso de mi alma.
Hay días que intento
volverlo porcelana,
vidriarlo a la luz,
pintarlo de pájaros.
Sin embargo,
hay ratos
(esos largos ratos con los ojos llenos de
cornisas),
en que tallo
(con precisión anatómica)
millones de vasijas amargas.
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