viernes, abril 20, 2007

Con qué impaciencia feroz
me acribilla la esperanza
en el centro de las manos.
Me han nacido líneas
que no sé leer con mi alfabeto de abandono.

De pronto las noches
son relojes parados,
nudos de tiempo sobre este dolor
que ya no quiero que sea mío.

Y qué imperfecta soy para pensarte.
Estas oquedades de mi alma,
esta gangrena abismal del pericardio
me rompen la verdad que necesito.

Préstame un par de penumbras,
cualquier sombra me sirve
para arroparme
mientras cambio esta piel por olvido.

Espérame
sobre la palabra que nos ata.
Espera a que impugne
el pacto que firmé con la muerte:
ya no cumplo la condición
de no sentir nada para morirme.

2 comentarios:

  1. Esperar....de qué te sirve la espera, por qué no vives, por qué derrochar tanto sentimiento por algo que fue y que ahora te tiene aferrándote a un sentimiento que no es, y que quizás, son castillos de tu propia fantasía y que un día se derrumbarán, y dejaran escombros de amargura,tal y como lo que ahora te ata a esta melancolía...

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