Sigiloso,
el maleficio que late
en los míseros cimientos
de mi supervivencia,
trepa por los muros apagados
de musgo y de estas horas quietas.
Pero alguna ternura me queda
entre tanto crujir áspero;
algún recoveco al margen
de tanto desprendimiento.
Y ahora este ardor súbito,
este olor a cuerpo recién nombrado,
trémulo pero en camino hacia la luz,
como si pudieran hacer las veces
de relámpagos
los pálidos destellos de mi cintura.
Estupendo, estaba preocupada.
ResponderEliminarTe espero.
Cuídate también. Muchos besos
Tienes un ritmo estupendo, Luzamarga. Me gusta leerlos en su sentido más escolar, casi silabeando, con su sola música.
ResponderEliminarTriste, pero no monotemática, es curioso.
Te aseguro que mi tristeza es "siempre el mismo río, pero con distinta agua"....
ResponderEliminarGracias por tu calor, cielo, muchas gracias.
Feliz inmaculada constitución.
¿Es la tristeza una abosoluta?
ResponderEliminarNo sé si en mi caso es algo tran tremendo y decisivo..., no sé. Sí es bastante absolutista, sin embargo. Mi batalla contra ella es constante. A veces gano, a veces no. Escribir es mi manera de vomitarla.
ResponderEliminarBuen fin de semana, Pilar. Un besazo.