La niña de agua
llueve el río que la inunda.
Con la mano extendida,
traza un cauce.
Desembocan sus ojos
en la acera
y se rodea de lagos de pobreza.
Un transeúnte la mira el vacío de la mano,
después mira incrédulo un sol frío
y yéndose, abre su paraguas.
Excelentes escritos, reflejan una gran sensibilidad.
ResponderEliminarMuy bueno, un saludo.
Celebro que te gustara, Adela.
ResponderEliminarOtro abrazo gigantesco para ti.
Hola Angel.
ResponderEliminarGracias por pasar. Además decirte que no sé si es bueno lo que escribo (a veces ni tan siquiera me importa), pero sí es cierto que refleja la exarcebada sensibilidad de la que "disfruto" (las comillas porque no siempre es una buena cosa), y que nada de lo que plasmo en un papel no ha pasado primero por todas mis células.
Sé que tú también adoleces de lo mismo.
Nos leemos.
Un beso